Cambios en la dinámica familiar durante la gestación y post-parto.
Ángela María Quintero Velásquez
Resumen
La familia como institución social ha pervivido y se ha modificado de acuerdo con las condiciones socioculturales y económicas, por lo cual sus expresiones varían con el correr del tiempo. En razón de ello, se requiere que todos los profesionales de las ciencias sociales y naturales, que trabajan por el bienestar del hombre, conozcan y comprendan la complejidad de los procesos individuales, familiares y sociales, en una perspectiva holística e integral.
La pareja, constituida bajo cualquier modalidad, es la base de la familia cuando se sucede el nacimiento o llegada de los hijos, quienes pueden ser biológicos, adoptivos, de crianza o de procreación asistida. Se destaca la llegada del primogénito, como evento que le permite a los padres asumir sus funciones parento-filiales y ampliar la red familiar.
Pese a ser una etapa natural, predecible y esperada, implica cambios en el funcionamiento familiar tanto en cada uno de sus miembros como en la pareja y en el grupo en conjunto. Estos cambios deben analizarse y abordarse según la forma familiar y el contexto sociocultural donde se desarrolle. La evolución positiva o negativa de dichas trasformaciones depende de los recursos internos de la familia, su estrato socioeconómico y el apoyo de redes comunitarias, institucionales o familiares.



El nuevo paradigma del conocimiento propugna por el abordaje holístico de los procesos humanos que conlleva la interdisiciplinariedad, como alternativa para comprender los múltiples y dinámicos elementos de un todo. Esta perspectiva es la que permite la integración de las llamadas ciencias duras o naturales y las sociales o blandas, para analizar e intervenir en todo lo que competa a la institución familiar. Lo anterior se materializa en la propuesta de atención integral a la familia en la etapa de gestación y posparto, analizando elementos físicos, psicológicos, sociales e interaccionales propios del desarrollo y crecimiento natural del grupo familiar.
Las trasformaciones del medio exigen un tratamiento diferente de la situación, acorde con los procesos de modernización y de las nuevas formas familiares, que ante un evento como el nacimiento de los hijos debe prepararse sin crear mayores traumatismos y propiciar el bienestar de cada uno de los miembros y de la familia como un todo.
A pesar de algunas diferencias según los estratos socioeconómicos, las características básicas de esta etapa, tan importante en la evolución familiar, son universales en la cultura occidental y por tanto, el presente análisis se acerca a la condiciones del medio en un contexto general.
Contextualización de la familia en Colombia
Se inicia esta reflexión con algunas consideraciones generales sobre lo que es en la actualidad la familia en el medio, para así entender lo que sucede con la familia en su totalidad y con los miembros que la integran cuando se presenta el nacimiento de un hijo.
La premisa fundamental para comprender la multifactorialidad de los fenómenos que suceden en la familia a lo largo de su historia y evolución, está basada en la interrelación individuo- familia- sociedad, que se presenta como un proceso articulado, dinámico y de interacción permanente. A su vez, para analizar este fenómeno, se debe considerar la importancia de la interdisiciplinariedad, dado que ninguna disciplina o profesión tiene todo el bagaje conceptual y metodológico para estudiar y abordar por sí sola la complejidad humana.
Con base en este nuevo paradigma del conocimiento, se trabaja con la concepción biosicosocial en el estudio e intervención de los procesos individuales, familiares y socioculturales, lo que es válido para el caso particular de las familias que están creciendo con la llegada de los hijos. Por lo que la atención integral de este evento natural convoca a los profesionales de las ciencias sociales y naturales que tienen como su objetivo el bienestar humano; pero considerando no sólo su atención inmediata sino acciones preventivas y educativas que preparen a los individuos y a las familias en el manejo y comprensión de los fenómenos propios de esta etapa, tanto en lo funcional como en lo disfuncional.
Con base en lo anterior, la etapa de Nacimiento de los hijos se entiende como una categoría manejada fundamentalmente desde lo biológico, que representa un proceso natural -la gestación- en respuesta a la función procreadora de la familia. Esta afirmación es de por sí cuestionable, pues no necesariamente en la organización familiar se cumple la reproducción de la especie humana, existiendo otros mecanismos como padres solteros sin relación de pareja que optan por adoptar o procrear hijos a través de medios artificiales. Lo cual obedece a los cambios funcionales que ha tenido la familia, destacándose para el tema particular, la función sexo-reproductiva que ya no se realiza exclusivamente en el ámbito familiar.
Esto permite referenciar los diversos tipos de hijos que se pueden encontrar: biológicos, adoptivos -con mediación legal-, por procreación asistida –en laboratorio– la figura todavía existente en el medio de los hijos de crianza o de leche -sobre todo en las zonas rurales y marginadas de las grandes ciudades-.
De igual manera hay que reconocer y diferenciar que en Colombia no existe una sola forma de organización familiar, sino un poliformismo que se clasifica en:
Formas tradicionales. Éstas son la nuclear -padre, madre e hijos-, la extensa -más de dos generaciones consanguíneas- y la ampliada -incluye personas no parientes, pero que funcionan en el grupo familiar-. En los procesos de composición y recomposición familiar se pasa de formas nucleares a formas ampliadas y viceversa, de acuerdo con el auge de las separaciones conyugales y a la reincidencia nupcial que es más significativa en los hombres que en las mujeres.
Nuevas formas familiares. Son la simultánea -en la que uno o ambos miembros de la pareja han tenido y disuelto otra unión, existen hijos de diferentes padres y funcionan varios grupos familiares a la vez -y las monoparentales o uniparentales- uno de los progenitores está a cargo de los hijos, ya sea por abandono, separación, muerte o ausencia temporal-.
Otras formas de convivencia. Son el hogar -grupo de personas sin vínculos consanguíneos que comparten gastos y actividades domésticas-; el ciclo unipersonal -prevalente en personas solteras, viudas o que han vivenciado procesos de conyugalidad y parentalidad, pero por opción o necesidad viven solos-; y la pareja o díada -de carácter heterosexual u homosexual, sin la existencia de hijos-.
Para el tema central del trabajo, merecen destacarse las familias monoparentales o uniparentales, en las que hay un índice creciente de las jefaturas femeninas; relacionado con la mortalidad creciente de los hombres por violencia de diferentes tipos -que se concentra en jóvenes y aún niños- y con los embarazos indeseados o imprevistos en jóvenes solteras -con consecuencias que van desde la interrupción de la formación educativa hasta el rechazo familiar, social o afectivo o intentos de aborto, que aumentan en el medio como último mecanismo de contracepción-.
También se registran otras modalidades de convivencia como: grupos fraternos, abuelos-nietos, tíos-sobrinos, gaminismo, nómadas o recolectores, dentro de los cuales ya se empiezan a registrar variaciones identificadas como atípicas, pero que probablemente para el próximo milenio sean reconocidas.
Esto exige entender que los procesos normales y naturales como la gestación y el parto, requieren un análisis y manejo diferente, según sea el ámbito familiar y sociocultural donde se sucedan.
Proceso evolutivo de la familia
La familia como organización social ha sido una constante en la historia, siempre ha existido una u otra forma similar en la cultura occidental; lo que si se ha trasformado son sus funciones, pues algunas se han derivado a otras instituciones socioculturales, permaneciendo como básicas: 1) la protección psicoafectiva de sus miembros, que permite el desarrollo integral de los mismos; y 2) la reproducción de la cultura, como agente socializador por excelencia, que trasmite la estructura social.
En esta perspectiva histórica se ubica la familia como un sistema en constante movimiento, que atiende su crecimiento y desarrollo, en razón de su pasado, su presente y su prospectiva. Existe una interacción permanente en el antes, el ahora y el después de la historia familiar, una circularidad de los eventos evolutivos, que articulan la dinámica intrafamiliar con el contexto ambiental. Por ello la propuesta del Ciclo Vital de la familia es la posibilidad de entender que el sistema familiar pasa por una serie de eventos o etapas que permiten el desarrollo, tanto de cada uno de sus miembros como el de su totalidad.
Según el modelo evolutivo de la familia o ciclo vital, se consideran una serie de etapas que cumple el grupo de acuerdo con: edad del hijo mayor, egreso o ingreso de miembros, cumplimiento de las tareas propias de cada periodo y recursos estratégicos para afrontar los cambios necesarios.
En tal sentido, antes de la llegada de los hijos se elige y forma la pareja bajo cualquier modalidad -matrimonio, unión libre u otros acuerdos o ritos- y esta es la premisa de la familia. La etapa posterior es el ingreso de la familia a la escolaridad, que en el medio también es simultánea con el nacimiento de los hijos.
Etapa filial
En esta fase la familia empieza a aumentar el número de miembros, pues comprende desde el nacimiento del primer hijo hasta el último y finaliza al ingresar éste al colegio. No importa que halla diferencias de edades en el grupo fraterno, siempre se dice que la familia cumple esta fase con cada nuevo nacimiento.
Los hijos pueden llegar tanto por voluntad de ambos miembros de la pareja o por decisión de uno de ellos como por hechos inesperados -falla en los métodos de planificación familiar, inadecuada o insuficiente información sexual o presiones familiares-. De cualquier manera la concepción de un hijo influye en la relación de la pareja y en la manera como se va a constituir la familia.
La díada o pareja se convierte en tríada; las normas, valores, comunicación y funcionamiento de la pareja y de cada persona cambian, pues ya tienen que afrontar la maternidad y paternidad y enfrentan las funciones y papeles propios de los padres, que son llamadas funciones parentofiliales.
Desde el embarazo la pareja se está preparando para cumplir sus responsabilidades como padres, lo que implica desde la decisión de tener el hijo, hasta los detalles del nacimiento y cambios ambientales y familiares que permitan el ingreso de nuevos miembros a la familia.
Para cada cultura y cada sociedad la llegada de los hijos tiene implicaciones diferentes según sea el sexo. La tendencia predominante en la cultura colombiana es que la mujer establezca una relación más estrecha con el hijo, que puede o no afianzarse en los primeros meses de vida y acepte con más naturalidad el proceso del embarazo, parto y nacimiento. Mientras que el hombre no siempre se compromete con la situación y con diversos pretextos, tiende a descargar las responsabilidades en la compañera o esposa. Este último aspecto varía en las parejas jóvenes, donde las relaciones de género son más democratizantes y por tanto tienden a compartir las funciones y responsabilidades familiares.
El inicio de la paternidad y maternidad genera diversos sentimientos en los miembros de la pareja: las madres pueden sentirse inútiles, incapaces y temerosas en el cumplimiento de sus responsabilidades; necesitan adquirir información sobre el cuidado y satisfacción de las necesidades del niño y pueden verse frustradas por abandonar o descuidar otras ocupaciones que tenían -como estudiar, trabajar, realizar actividades deportivas o el arreglo personal- para dedicar mucho tiempo a la atención infantil.
El padre aunque sea colaborador siempre tiene otras ocupaciones e intereses fuera del hogar que lo mantienen alejado gran parte del día; aunque él también puede sentirse incapaz o extraño frente a sus nuevas funciones y al nuevo miembro familiar.
La llegada de cada hijo tiene implicaciones diferentes, pues cada uno se da en momentos y situaciones distintas de la vida familiar y de pareja; pero en el medio colombiano es más relevante el primogénito.
La parentalidad hace surgir un sentimiento de familia, representa la unión de dos familias y crea abuelos y tíos de ambos lados. Los miembros de la pareja, al ser padres son menos hijos, pero maduran y crecen como adultos. Los cambios intrafamiliares exigen involucrarse más en la red total de parientes o familia extensa, ampliar las relaciones familiares y modificar las que se habían tenido hasta ese momento.
Tareas y objetivos de la familia en la etapa filial
Cuando ya ha aumentado el número de miembros en la familia, son más de dos personas y hay incluso otra generación, la tarea básica es crear maneras de apoyarse mutuamente, entre todos los miembros de la familia, de modo que puedan obtener bienestar en varios aspectos, principalmente en lo afectivo. Es posible que la paternidad y la maternidad agote la capacidad de dar de los padres y por eso es importante la habilidad para ayudar, estar disponible y responder a las crecientes y agobiantes necesidades de los niños pequeños. Esto depende de las capacidades de la familia y de un ambiente acogedor y protector que proporcione oportunidades para que los adultos recuperen sus energías emocionales.
Para cumplir esta tarea, los objetivos son:
1. Aceptar los nuevos miembros dentro de la pareja o díada, formándose el subsistema llamado parentofilial, en el que cumplen funciones paternas y maternas.
2. Negociar los ajustes y modificar las reglas para así brindar bienestar a los nuevos miembros.
3. Aceptar la apertura a otros grupos extrafamiliares, como instituciones -la escuela- y profesionales de la salud -pediatras-.
Características de las familias colombianas en la etapa filial
Según recientes investigaciones se observan comportamientos particulares en esta fase así:
· La llegada de los hijos se planea de acuerdo con las condiciones económicas y no con la preparación para la nuevas funciones parento-filiales.
· El inicio de la paternidad y maternidad sucede en forma rápida sin haberse hecho los ajustes fundamentales como pareja. Tanto factores culturales como religiosos están asociados al embarazo temprano.
· La pérdida de la actividad profesional y la disminución del tiempo para actividades personales y profesionales genera crisis en las madres de estrato medio y alto, pero no en el estrato bajo.
· La fuente de apoyo para el grupo familiar en esta etapa proviene en el estrato bajo del grupo familiar extenso y en el medio y alto de la información profesional de especialistas.
· Cuando hay varios hijos se entremezcla la llegada o nacimiento de ellos, con el proceso de socialización secundaria que se inicia en el sistema educativo -preescolares, jardines, hogares comunitarios, guarderías, etcétera.
· Aumenta la participación del hombre en la preparación del parto: compartiendo las actividades domésticas, asistiendo a las evaluaciones prenatales, adquiriendo información sobre el proceso, dialogando acerca de las expectativas y temores.
· La relación con las familias de origen se intensifica con el nacimiento de los hijos, ya que estos unen a los dos grupos. Lo que se observa más en los estratos bajos, donde es mayor la influencia de la familia extensa. Por varias razones: de un lado por compartir en su gran mayoría la misma vivienda o por la colaboración que dan al cuidar y atender los niños por la ausencia de uno o ambos padres.
· Merece relevancia el nacimiento del primer hijo por la valoración sociocultural, por lo general, la madre es quien vivencia primero la llegada del primogénito produciéndose en ella trasformaciones tanto internas o personales, como en las relaciones con los demás. Ésta es más ideal y romántica, mientras que el padre atiende su papel de proveedor económico y con frecuencia no participa de otras actividades.
· La manera como se reciba al primogénito influye en la llegada de los otros hijos y en todo el funcionamiento familiar.
· Se presentan trasformaciones en las tipologías familiares; además de la nuclear, extensa y ampliada, aparecen la simultánea, la monoparental y otras formas de convivencia. Lo que implica modificaciones estructurales y funcionales con la llegada de los hijos.
Características de las parejas en la etapa filial
Al aumentar las demandas emocionales y biológicas con el ingreso de nuevos miembros a la familia, se presentan momentos críticos en todo el grupo y cambios profundos en la relación de pareja.
Los inevitables cambios que se producen entre los cónyuges modificarán su relación y crearán tensiones, hasta que se adapten y acomoden a la situación. La pareja que ha logrado intimidad tiene más posibilidades de trasformarse y asumir los nuevos papeles de padres.
El comienzo de la paternidad se da en el momento en que la mujer se entera que está embarazada. El aceptar o no este hecho, indica ya como ha funcionado y está funcionando la pareja y si la decisión es tener el hijo, están los nueve meses del embarazo como tiempo de preparación para el desempeño de las futuras funciones parentofiliales.
Esta época es de muchos cambios, no sólo físicos en la mujer sino emocionales en la díada, por lo que se presenta tensión y ansiedad. Si los dos han cumplido el objetivo de la etapa anterior de complementarse, es importante hacer unos cambios: la mujer requiere cuidado y protección, así como apoyo y compromiso del esposo o compañero en las tareas domésticas y en la preparación para el parto.
La llegada del hijo exige la readaptación de la pareja, los primeros meses de la parentalidad están acompañados de cambios en los sentimientos de los padres. Antes estaban el uno para el otro o con los otros hijos, ahora tienen que atender a un nuevo miembro de la familia. Siendo frecuente que la madre-esposa dedique la mayor parte de su tiempo a proporcionar cuidados al bebé.
Todo nacimiento plantea nuevos acuerdos entre la pareja, modifica los que existían. Deben encontrar tiempo, energía, sentimientos y espacio para el nuevo miembro, compartiendo el amor con él y al mismo tiempo buscar otras formas de su relación sexual y afectiva.
El subsistema conyugal, si existe, está enfrentado de lleno al nacimiento y crianza de los hijos. Se requiere un proceso de negociación en la búsqueda del espacio para el nuevo miembro y para no deteriorar la relación.
En el cumplimiento de la complementariedad, deben hacerse reajustes: búsqueda de espacios eróticos-afectivos para la pareja; apertura a las familias de origen y otros grupos externos -salud, educación-; democratización en las nuevas funciones.
Las parejas colombianas por lo general tienen los hijos después de cuatro o siete años de convivencia. Época caracterizada por: un desencanto sexual, mayores gastos familiares, disminución o pérdida del romanticismo, conocimiento del otro en su realidad; los amigos, hijos y trabajo ocupan más atención.
La díada conyugal se enfrenta a idealizaciones y fantasías del amor romántico confrontado con la realidad cotidiana: responsabilidades económicas, separación de las familias de origen.
Dificultades propias de la fase de nacimiento de los hijos
Esta fase representa grandes momentos, tanto en cada uno de los miembros de la pareja, como de ambos, ya que los ajustes a las nuevas exigencias parentales, pueden no coincidir con las motivaciones personales. O también presentarse algunas situaciones muy comunes como la participación de las familias de origen -abuelas, tíos, sobrinos- en el cuidado de los niños y de la vida familiar.
Este periodo puede ser de grandes satisfacciones, pero también de problemas; emergiendo situaciones de triangulación o alianzas, motivadas por los celos cuando un miembro de la pareja sienta que el bebé está más apegado al otro, o al contrario, cuando uno de los padres -que por lo general es la madre-, le dedica más tiempo al recién nacido que al compañero o a los otros hijos.
Las dificultades más frecuentes en este periodo son:
· Descuido del papel de esposos y desajuste en sus relaciones afectivas.
· Concentración en el papel de padres.
· Desplazamiento de los conflictos de pareja a la crianza y cuidado de los niños.
· Distribución inequitativa de las funciones familiares, recargando en un miembro las responsabilidades.
· Celos por la atención al recién nacido. Inseguridad.
· No aceptación del sexo del hijo.
· Nuevos problemas económicos por las exigencias de los hijos.
· Desajuste o descuido en las relaciones sociales.
· Crisis de identidad: dificultad en aceptar los nuevos papeles.
· Utilización de los hijos como mediadores en los conflictos de la pareja.
· Estos pueden comenzar desde la concepción del hijo, al ser un embarazo no deseado o no consultado con el otro.
Otras situaciones críticas tienen que ver con:
· Cuadros depresivos de la madre, que varían desde formas leves hasta entidades psicóticas crónicas. El manejo familiar apunta a identificar la depresión y brindar el apoyo emocional requerido, a más de tratamiento especializado.
· Agresiones al recién nacido, ya sea por fallas estructurales en la pareja o en la familia, o por situaciones circunstanciales provenientes del medio: calamidades domésticas, deficiencias económicas, embarazo no deseado, conflictos maritales o de otro tipo no resueltos.
· Hijos con limitaciones físicas y/o mentales: lo que origina una crisis de desvalimiento, que requiere reajustes de todo el funcionamiento familiar e intervenciones educativas para conocer y enfrentar la situación.
En este punto es necesario mencionar el concepto de crisis como potenciador de trasformaciones, en un sentido positivo que conlleva la posibilidad de que se sucedan modificaciones benéficas para la familia, que garanticen el crecimiento de cada uno de sus miembros y el de la totalidad, madurando y avanzando en el cumplimiento de objetivos de bienestar individual y colectivo.
Todo lo cual plantea que en su esencia, un evento natural como es el nacimiento o llegada de los hijos, implica procesos de ajuste y acomodación, tanto individual como familiar y estos puede ser positivos o negativos, dependiendo de la estructura y funcionamiento de la totalidad del sistema familiar.
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Fecha de recepción agosto de 1995
* Trabajadora Social. Magister en Orientación y Consejería. Universidad de Antioquia. Docente Universidad de Antioquia. Facultad de Ciencias Sociales y humanas.